Durante el fin de semana, específicamente el 3 de enero de 2021, la Corte Constitucional de Ecuador decidió dejar sin efecto el Decreto 1217 emitido por el gobierno el pasado 21 de diciembre, cuando se declaró un nuevo estado de excepción en el país vecino.
La decisión asumida por el organismo judicial se basó en la inconstitucionalidad de este decreto, el cual no se adecuaba a las normas constitucionales establecidas, además de considerar la preparación para «un posible riesgo futuro y no actual, sin base en información suficiente, clara y específica».
El mismo día, el gobierno acató la decisión asumida por la Corte a través de una cadena nacional pronunciada por el presidente Lenín Moreno, dejando en manos del COE (Comité de Operaciones de Emergencia Nacional) las nuevas disposiciones adoptadas frente al nuevo escenario.
En lo concreto, el fin del toque de queda y el estado de excepción asumidos el pasado mes de diciembre, traerán de vuelta la libertad de movimiento y la circulación de vehículos de todas las patentes, situaciones que estaban restringidas parcialmente antes de la decisión adoptada por la Corte.
De todas formas, las principales medidas adoptadas por el gobierno ecuatoriano para combatir la pandemia permanecerán vigentes, como la suspensión de clases, promoción del teletrabajo y cierre de las fronteras terrestres. Sobre todo considerando que el rebrote está en ciernes en la mayor parte de países latinoamericanos.
En Chile, el toque de queda permanece intocable
Caso contrario es el de nuestro país, ya que el toque de queda ha permanecido incólume desde el pasado 19 de marzo, cuando Sebastián Piñera decretó Estado de Excepción para todo el territorio nacional. Matices más, matices menos; horarios más cortos o más largos, el toque de queda permanece igual, incluso en comunas donde los contagios han ido a la baja.
La extensión de una medida como el toque de queda debería basarse principalmente en la limitación de la circulación de personas y/o vehículos en ciertas horas del día, lo cual debe ser resguardado por las FF.AA. en las calles, impidiendo así situaciones que permitan expandir los contagios en ciertos momentos.
La problemática en particular de los toques de queda implementados en el país radica en lo difícil que es justificarlos, ya que se desarrollan principalmente durante la noche y madrugada, horarios en los cuales decrece notoriamente el número de personas que transita por las calles. De todas formas, podría justificarse una medida de este tipo considerando el resguardo de la seguridad y el «freno» a la delincuencia en ciertos horarios mediante mayor vigilancia, pero cabe preguntarse: ¿Realmente se ha logrado este objetivo?
Para muestra un botón: el número de homicidios respecto al 2019 aumentó en un 34% durante el pasado 2020, según cifras entregadas por el OS9 de Carabineros. La mayoría de estos crímenes están asociados al mundo narco y los «ajustes de cuentas», sucediéndose la mayor parte de ellos en horarios de «toque de queda». Así también, otros delitos de alta connotación social como portonazos o robos con fuerza también aumentaron sus cifras en horarios de supuesta mayor seguridad.
Las balaceras registradas en diversas comunas de la capital en los últimos días del 2020 y el excesivo uso de fuegos artificiales en pleno horario de toque de queda no hacen más que demostrar la escasa efectividad de esta medida, que no está cumpliendo el objetivo último de limitar los actos delictivos, situándose más como un método de control social por sobre cualquier otro interés.
Queda esperar cómo la disposición de bajar el toque de queda en Ecuador repercutirá en el desarrollo de la pandemia en aquel país, ya que de mantenerse los mismos registros o, incluso, decrecer, no existiría mayor justificación para mantener un estricto toque de queda no sólo en Chile, sino que en la mayoría de países latinoamericanos.